Cau es más que un proyecto… es una pasión, un lugar, un pensamiento, un sentimiento.

Cierro los ojos y me veo perdiéndome en la belleza de Cacharrilandia, como nosotros llamábamos cariñosamente a Purullena, y disfrutando de cada pieza con admiración e ilusión verano tras verano.

Toda una vida girando en busca de la aceptación en la rueda social, procurando el bienestar del entorno y ahogando mis pasiones para evitar el malestar ajeno, hasta que me vi ante el espejo en tensión, descuidada, sin rumbo y sin la alegría que siempre me ha seguido.

En ese momento di el paso, inicié una búsqueda para encontrarme de nuevo. Debía averiguar dónde estaba y hasta dónde me podía explotar para conseguir la felicidad máxima y poder ser una mejor versión para mí y mi familia.

Un cuestión tan básica como: “Me apasiona visitar La Bisbal de l’Empordà porque me pierdo entre sus calles, sus cerámicas y su arte, ¿qué pasaría si aprendiera el oficio?”

Una visión tan clara como: “Soy una mejor versión de mí misma cuando me sumerjo en el barro, debo hacer de estos ratos libres mi forma de vida.”

Decidí cambiar, decidí romper con todo aquello que me bloqueaba, decidí salir de la rueda, explotar mi ser al máximo, alcanzar mi felicidad y entregarla a ciegas.

Si podemos romper con el pasado, ¿por qué no hacerlo con el presente? Tendemos a creer que se lo debemos a la vida, que ya es tarde, que ya somos suficientemente felices o que no existe un camino mejor, y nos conformamos sin pararnos a pensar que el tiempo es relativo si tu meta es ser feliz, que la vida no espera nada a cambio y la felicidad solamente se alcanza luchando por ella.